14 de febrero de 2016

Todos contra el Papa

Obispos y curas están apoyados, en España, por una serie de laicos
ultramontanos, que son los que siempre dan la cara, a través de sus
terminales de Internet: Son los infovaticanos y los infocatólicos de
todo pelaje y condición que arremeten, directa e indirectamente, contra
todo lo que venga de Roma
. Contra todo lo que salga de la boca o de la pluma del Papa Francisco.

Ellos, tan papistas antaño, ahora se rasgan les vestiduras y acusan al Papa argentino de todos los males de la Iglesia.
Actuales y por venir. En un primer momento, tiraban la piedra y
escondían la mano. Ahora ya no se ocultan y lanzan sus pedradas
abiertamente. Venga o no venga a cuento. Han convertido al Papa en un
muñeco del pim-pam-pum y se han aficionado a jugar con él a diario.
Arrojándole todo tipo de proyectiles: chinas, cantos, piedrecitas,
pedruscos y pedradas.

La consigna es darle 'leña al mono' por muy Papa que sea. Para intentar desacreditarlo (¡qué ilusos!) y para que desista de su 'revolución tranquila', de su reforma evangélica.
Para que deje de predicar el Evangelio de los pobres. Para que se
amilane y desista. Y, si no lo hace (¡que no lo hace ni lo hará!), lo
mínimo que le desean es que se muera o que lo mueran (como a Juan Pablo
I), que dice el obispo de Ferrara, monseñor Negri.

Sólo ansían que el pontificado de Francisco sea una tormenta de verano, una pesadilla pasajera.
Y que las aguas eclesiales vuelvan a su cauce, al de ellos, al de la
Iglesia-aduana y fortaleza asediada por los enemigos de dentro y de
fuera. Más de dentro (quintacolumnistas nos llaman) que de fuera. Porque
ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma madera.

Y es que, como dice Andrea Tornielli, el autor del libro
entrevista con el Papa 'El nombre de Dios es misericordia', "cuando las
críticas no son sinceras, sino hechas sobre la base de prejuicios,
cuando se convierten en sistemáticas, incluso ridículas, por su
insistencia y por su inconsistencia, al final se vuelven en contra de
quienes las hacen".

Cegados por la fe convertida en ideología no ven la primavera. Y no
son capaces de entender que Francisco es un regalo de Dios para el mundo
y para la Iglesia. Ciegos, no descubren la primavera, a pesar de
tenerla ante sus ojos. Y no quieren aceptar que nadie puede parar la
primevera en primavera
.