La segunda propuesta del demonio tal vez es la tentación más peligrosa, porque toca el instinto más profundo del ser humano: el instinto del poder. Es la misma tentación de los orígenes: “Serán como Dios”. Es la tentación de todas las religiones, con los símbolos del poder a imitación de los reinos y los imperios de la tierra. Dominar el mundo entero es la tentación con que el demonio intenta atraer a Jesús. Y la condición es ya implícita en la oferta: “Si tú te postras delante de mí”. Dominar, y no servir, es inevitable adoración del demonio. Pero Jesús tiene un solo Dios y Señor al cual servir y adorar: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”. Jesús no ha venido para buscar gloria, riqueza, prestigio, sino para servir y ofrecer su vida.